
Se dice que después del tunel en la cima de Passo del Turchino empieza la primavera. La primavera real de flores que nacen, sol, calor, las vistas al mar… y La Primavera en el sentido de carrera: la Miláno- Sanremo.
Pero algunos kilómetros antes se celebra desde hace unos 30 años lo que es la primavera de la vida: risotto, vino y encuentros entre enamorados de la bicicleta.
Esta feliz celebración se ha convertido en una especie de misa conmemorativa, un recuerdo en memoria de Candido Cannavó, histórico director del diario deportivo La Gazzetta dello Sport fallecido en 2009. Cannavó, junto con Luigi Belcredi, el histórico conductor de los coches del periódico en carreras, inventó este espacio de fiesta porque siempre paraban justo antes del Turchino y ver desde allí quien tenía las patas más listas para la jornada. Durante la espera, Luigi, productor de salami y embutidos artesanales (“clandestinos” dice él), sacaba desde el coche los nuevos productos del año para matar el hambre de un día tan largo.
En ese espacio privado, año tras año, se han ido sumado más y más personas para probar las maravillas de Luigi y ver desde allí a los corredores en dirección de Sanremo.
Luigi, más de 80 años en las piernas, es todavía capaz de hacer embutidos espectaculares y un risotto de setas del Turchino increíble. No es casualidad que año tras año se paren todos: coches de carreras, habitantes de la zona, fanáticos en bici y curiosos, ambulancias, policía y periodistas.

Para todos no puede faltar un trozo de pan con los nuevos salchichones de Luigi, un plato de risotto y un vaso de vino.
El ciclismo es una excusa. La excusa de encontrarse viejos amigos y nuevos apasionados y festejar que el ciclismo pase, que la fiesta siga y que un año más ha pasado y Luigi siga capaz de hacer embutidos.

Hoy, entre las decenas de apasionados suiveurs de la carrera había también históricos periodistas de La Gazzetta como Marco Pastonesi y Claudio Gregori que han aprovechado de la jornada para dejar sus recuerdos del ciclismo pasado y actual junto a campeones de antaño como Dino Zandegù (flandes 1967), Marino Vigna (oro olímpico de pista en Roma 1960) y Imerio Massignan (dos veces maillot de puntos en el Tour).
“Hay que mover el coche XXX de la carretera que bloquea la ambulancia” grita un tío, un tío que es el vicedirector de la Gazzetta, Pier Bergonzi, mientras plato de risotto en la mano, se prepara a ver el paso de los primeros fugitivos.
Las sirenas de las motos se acercan, más gente empieza a llegar y después el paso veloz del pelotón. Algunos distanciados entre los coches a recoger comida y bidones, otros se paran a mear. En carrera y al lado, todos, no pueden parar de pensar que están delante de La Primavera.
Un rápido saludo.

Quien va dirección Sanremo y quien dirección a casa. Se recogen las botellas de vino que cada uno ha llevado a la fiesta y los bidones dejados por el pelotón.
Se da las gracias a los hombres y mujeres de las asociaciones de los voluntarios de los pueblos de Montalto Pavése y de Alzano Scrivia que han cocinado y llevado la mayoría de vino. Y se va.
Via Roma espera.
La Primavera también.