Diario de un cicloturista – Café solo o en compañía

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¡Hola a todo el mundo!

Qué curioso es esto del cicloturismo, ¿verdad? ¿Estaríamos hablando de un deporte individual o más bien de una práctica deportiva colectiva? Me lo pregunto ahora mismo y no sé ni qué deciros, la verdad. Al menos en mi caso, soy un ciclista tanto solitario como de grupo. Dependiendo del día, del tiempo que tenga o demás circunstancias, salgo solo o quedo con más gente.

En mi faceta solitaria disfruto de la bicicleta de una manera muy variopinta. A veces me siento un Gabriele Gianuzzi de la vida, en busca del mejor aperitivo, y otras veces me creo Miguel Indurain en plena contrarreloj de Luxemburgo. Depende del día y de la ruta. Lo que todas mis salidas en solitario tienen en común es buscar un lugar para tomar un café en medio de la ruta. Es mi manía, mi costumbre o llamadlo como queráis, pero no hay ruta sin café.

Una idea de negocios diferente! Abre un bar de café
Café para todos

En solitario, por otro lado, tienes cosas menos positivas como puede ser una avería, que te la meriendas tú solo, o una pájara inesperada, que has de gestionar como buenamente puedas. O también te puedes cruzar con alguien que va en bici (fijaos que no me refiero a estos individuos como ciclistas) y que no te salude, lo cual hace de mi una hidra fuera de control del cabreo que cojo. De estos personajes hablaré quizás en alguna ocasión.

Sin embargo, puede darse la situación contraria. Que te encuentres con alguien y hagas pandilla con esa persona. He hecho varias amistades ciclistas de esta manera. Te encuentras con un/a ciclista en medio de la nada y de cháchara hasta casa. Eso mola mucho, aunque puede darse la situación de que te hayas juntado con una especie de rémora que lo único que quiere de ti es tu rebufo, pero son cosas de este negocio.

En contraposición a estos días más solitarios, están las jornadas en las que quedo con gente. Puede ser la grupeta de colegas o el club o lo que sea. A las 9 en el bar X, por ejemplo. ¿Os dais cuenta del compañero que siempre llega tarde? Pues ese sería yo, lo siento.

Esta vertiente más social del cicloturismo lo cierto es que está llena de anécdotas. Lo primero de todo es ponerte al día en cuanto llegas. Yo normalmente lo que recibo es alguna crítica por lo que os digo de llegar tarde pero mira, una vez que te acostumbras casi que te da lo mismo. Igual no debía de decir esto por aquí pero es la verdad. ¡Lo siento de nuevo, compañeros! También hay que ponerse al día con el nuevo juguete o la nueva prenda que se haya agenciado algún colega o cosas así. También hay que comentar las salidas en solitario que hace cada miembro de la grupeta a lo largo de la semana y ajustar cuentas. “¡Así que casi no tienes tiempo para salir, ¿eh, Fulanito? ¡Pues llevas 300 kilómetros en lo que va de semana y faltan dos días para que acabe!” ¿Quién no tiene algún colega de bici un poco llorón? Estos primeros momentos de la ruta es que están llenos de momentazos.

Después de todo esto hay que decidir la ruta. Hay que tener cuidado con esto porque como se deje escoger al compañero que lleva 300 kilómetros a falta de dos días para terminar la semana, querrá demostrar lo mucho que ha entrenado y pretenderá destrozarnos a todos. Cuidado con esto, familia. Luego puede darse el otro extremo, esto es, que quiera escoger la ruta el holgazán del grupo, con lo que su propuesta puede ser algo aburrida. Lo mejor es llegar a un acuerdo para que haya un poco de todo. Trozos para calentar, trozos para reventarnos los unos a los otros y las otras a las unas, etc. Al final vamos a quedar todos como amigos así que no hay problema. El único que normalmente va a dejar algo de mal recuerdo es el compañero que siempre llega un poquitín tarde pero como ya os dije, estoy acostumbrado.

En las salidas en grupo hay veces que te juntas con otras grupetas, ya sea en el bar o en plena ruta y también se dan momentos estupendos. Esos ratos A La Cola Del Pelotón, rajando con algún compañero, gritando bobadas a los pobres mártires que están tirando del grupo pero como el karma es muy puñetero, no tarda en tocarte tirar a ti pero con viento en contra. Son cosas que pasan a veces.

Lo que es común, salgas en solitario o salgas en grupo, es la parada en el bar, al menos en el ciclismo que yo practico. Sé que hay mucha gente que no para nunca, unas personas por falta de tiempo y otras por convicción. A este segundo grupo os aconsejo que comencéis a coger este hábito porque vais a descubrir que es genial. Además, se fomenta una cierta cultura ciclista que enriquece muchísimo nuestro deporte.

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Otra ventaja de parar en los bares es que se suelen quedar con tu cara (no olvidéis que nosotros vamos disfrazados y llamamos la atención) y que esto ocurra resulta muy práctico si te ves envuelto en algún problema de consideración, como me ocurrió al año pasado cuando una tormenta apareció de la nada con una fuerza tal que me dieron ganas de construir un arca y empezar a reunir parejas de animales. ¡La que me cayó encima, mamma mia! Gracias a que no estaba lejos de un bar en el que suelo parar, libré de esta tormenta y se ofrecieron a llevarme a casa en coche. ¡Un servicio World Tour, oiga!

En resumidas cuentas, familia de ACDP, es difícil identificar el cicloturismo como un ejercicio individual o colectivo. Realmente tampoco tiene demasiada importancia que nos incluyan en uno u otro grupo porque, que no se os olvide jamás, ser ciclista siempre vale la pena.

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Escribe Daniel Pazos (cicloturismoleon.com)

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